Nos contaron que la Danta, en el municipio de Sonsón, era un lugar que albergaba muchos secretos… así que decidimos viajar para descubrirlo. Continúa leyendo y entérate de cada detalle de nuestra aventura…
Sólo lo conocía en fotos
Por increíble que parezca, jamás había ido a la Danta.
Sólo conocía este lugar a través de algunas fotos, y un corto vídeo donde Marcela se lanzaba a un charco que lucía sabroso, y fue uno de mis motivos para visitar este lugar. Algunas de las fotos que vi también mostraban las cavernas, con sus espléndidos espeleotemas y un misterio que me hizo babear de ganas de conocer aquel lugar.
Entonces decidimos programarnos y viajar
El primer viaje lo programamos para el 8 de agosto, Marcela hizo el pre recorrido algunas semanas antes para conocer el estado de la ruta, conocer las personas que nos apoyarían para llevar a cabo esta aventura y tomar fotos y vídeos del sitio. Así conocimos a Fanny, nuestra guía local, quien nos llevó de la mano en cada momento para conocer cada rincón de su tierra: la Danta.

Ella es Fanny, nuestra guía local. Siempre con actitud inquebrantable, muchas ganas de enseñarnos todo y excelente disposición para cada momento.
Con ayuda de Fanny, Marcela conoció la ruta, el nivel de dificultad y todos los detalles para tener en cuenta al momento de llevar más aventureros a conocer este sitio…. ¿Quién sería el primero en acompañarnos?
Nuestro primer viaje
Vimos un gran potencial en este destino y quisimos compartirlo con todos nuestros viajeros. Así que abrimos inscripciones y en unos pocos días, antes de la fecha indicada, ya no nos quedaban cupos.
Nuestro primer viaje a la Danta lo hicimos en nuestra van, donde podemos llevar 8 pasajeros. Todo estaba fríamente calculado y contábamos con el cupo completo, hasta que el día 7 de agosto el mediodía, nos escribió Alonso, uno de nuestros clientes, quien también quería participar…
¿Cómo no llevarlo? Nos preguntamos.
Alonso nos ha acompañado a casi todos nuestros destinos!
Entonces me «bajé de la van» y decidí viajar en moto, para que nuestro amigo Alonso pudiera viajar… y así fue como resulté viajando en moto aquél 8 de agosto pasado.
Llegó el día
03.30 am. Eran las 3 y media de la mañana y llegó la hora de levantarnos. Las alarmas interrumpieron el plácido sueño mañanero y pronto estábamos duchados y listos para salir. Edwin se adelantó para encender la van y Marcela y Yisela se quedaron para salir luego. Yo me quedé de último, y luego de alistar todo lo necesario para viajar en moto, cerré la casa, llevé a mi perra Tormenta a la casa de mi hermano que vive a la vuelta, y salí.
El clima empezó a hacer de las suyas. Una suave lluvia me obligó a ponerme el impermeable, quien luego se convertiría en mi mejor compañero de viaje.
4.10 am. Encendí mi moto, calenté su motor unos minutos y arranqué. Luego me di cuenta de que el tanque estaba casi vacío, y entonces fui a darle desayuno a mi moto.
Ese día me eché la bendición porque sabía que el viaje sería largo. Sin contar que el día anterior me había aplicado la primera dosis de la vacuna del Covid y mi brazo izquierdo dolía un poco… pero nada de eso hizo menguar mi entusiasmo para viajar y saciar mis ojos con lo que verían aquel día.
La lluvia decidió ser otra compañera, ¡y vaya excelente compañía!
4.18 am Apenas había de la vía de San Cristóbal y tomado la vía del túnel de Occidente hacia la Ciudad, cuando la lluvia me obligó a detenerme y ponerme las botas de bolsita. ¡Qué bueno que las llevaba! Las botas de bolsita plástica, las mismas que llevamos los motoristas para cubrir nuestros zapatos de la lluvia, me salvarían aquel día del temible frío en los pies!
También aproveché para estirarme un poco y ajustar mi casco, que debido a la lluvia empezaba a empañarse y mermar mi visibilidad… Un poco de frío y un poco de lluvia, más nada detuvo mis ganas de viajar y saciarme de aquellas promesas escritas en las fotos y vídeos de la Danta que había visto.
4.43 am. Llegué a la bomba de Zamora. No voy a negar que llevaba todo mojado, por fuera, obviamente. Me detuve en la salida de adelante de la estación de gasolina, apagué mi moto y llamé a Marcela. Me contó que ya iban más adelante y que habían salido hacía solo unos minutos. Entonces encendí de nuevo mi moto, me puse de nuevo mi casco y arranqué. El viaje comenzaba oficialmente.
La lluvia… mi fiel compañera.
….y llovia y llovia… como la canción, pero esta vez llovía sobre mí.
El frío se agudizó e hizo que mis manos y piernas temblaran.
El día anterior había planeado llevarme un impermeable de bolsita, de ese que usas un par de veces y se llena de rotos o se rasga… Afortunadamente llevé el otro, el de caucho. No habría sabido qué hacer con tal frío, si no lo hubiera llevado.
Sin embargo, cuando ya iba por la entrada a Rionegro, sentí un frío que se escurría entre mi media, en mi zapato izquierdo. «No es más que una gotera», pensé. Y continúe. Y más adelante ya mi zapato tenía un charco adentro. No importó la bota de bolsita que me había puesto, pues no sirvió de nada. Así que me detuve y saqué un par de bolsas de mano, metí mis zapatos y pies en ellas y las amarré de más abajo de mis rodillas, una en cada pie. Y así fue como vencí el frío agresivo que tenía mi pie izquierdo con frío y temblor. ¡Qué bueno que también llevaba un par de bolsas de cargadera!
De resto todo perfecto. La neblina hacía que el paisaje fuera estupendo. Muy pocas veces he viajado atravesando neblina tan espesa como aquél día. Mi entusiasmo seguía intacto y no me importó nada. Sólo quería llegar y abrir mis ojos para descubrir lo imaginado.
El desayuno, ¡que bueno!
Llegó la hora del desayuno. La van donde iba Edwin, Marcela, Yisela, Alonso y los demás aventureros iba mucho más adelante. Mis paradas para acomodarme los zapatos, el casco, el impermeable y demás les dio una ventaja significante y llegaron mucho más pronto que yo al desayuno.
Al llegar al lugar, Edwin ondeó su mano en señal de PARE, para indicar que aquí sería el desayuno. ¡Y vaya que sí valió la pena!




Luego del desayuno, volví a ponerme los impermeables, con las pilas recargadas y con muchas más ganas de llegar, encendí mi moto de nuevo y continué mi camino.
Y así, entre tracto mulas, carros, neblina espesa, lluvia, frío y sobre todo, la mejor actitud, llegamos hasta Rioclaro. Quedaba muy poco trayecto para llegar y Edwin entró a una gasolinera para tanquear la van.
Unos minutos después, comenzó la aventura. Un desvío a la derecha y el comienzo de una carretera sin pavimento me hicieron entender que faltaba poco…
¡Llegamos a la Danta!
Y luego de algunos kilómetros, llegamos al corregimiento de la Danta..
09:16 am: Un caserío pequeño, unas cuantas calles, pero mucha tranquilidad, aire limpio, aves cantando y el aroma de la naturaleza. Eso fue lo que aprecié al llegar al lugar.
Allí nos reunimos con Fanny, nuestra guía. Ella se montó a la Van y de allí en adelante Yisela viajó conmigo en la moto… ¡hasta nuestro primer destino!
Hacia la primera caverna

¿Qué vendría a continuación? Me preguntaba a cada momento. Era un suspenso, todo era sorpresa, todo era nuevo.

¿Qué me pasó?
Llegamos al lugar, y me bajé de la moto. Me empecé a quitar el impermeable y me di cuenta de que el agua había hecho de las suyas. Se las había arreglado para mojarme por donde no quería… aún.



09:25 am ¿Quién es Heyder?
¡Aquí está Heyder!
No veo a nadie. ¿Quién es Heyder? ¿Es otro guía? Me preguntaba yo.
Miraba a todos y no había nadie más. Ningún Heyder, ni nadie con cara de Heyder por ahí..
Heyder era el nombre de la primera Caverna, no era ningún guía, así que yo estaba realmente confundido.
Un breve recorrido por un sendero nos llevó hasta el inicio de la caverna.

09:33 am Entramos a la Caverna
¿Alguna vez has entrado a una caverna? ¿Alguna vez has sentido que tienes una montaña encima de ti? Sentirse bajo tierra, con vida, poder respirar, hablar y sentir tu eco en las paredes es algo realmente asombroso.
Esa fue mi primera impresión.
Además de la oscuridad, claro. Por eso siempre nuestros guías nos apoyan con equipos de iluminación como linternas. La cabeza la debemos llevar protegida en todo momento con casco de seguridad.
¿Quieres conocer este sitio y vivirlo por ti mismo/a? Entérate de mas aquí.
Nota: si no quieres ensuciarte la ropa, empantanarte los zapatos o mojarte, esta aventura no es para ti. Recomendamos quedarte en casa. Si no te importa ensuciarte, ¡vamos! ¡y que llegue la diversión!
Esta es la entrada de Heyder. Aquí estamos dando nuestros primeros pasos para ingresar.
Ya dentro de la caverna no hubo vuelta atrás. Nuestros miedos se quedaron afuera y solo entraron los valientes, los que se atreven a hacer lo desconocido y no miran ni dan paso atrás.
¿Qué encontrarás dentro de la caverna? En fotos te lo contamos.
Las estalactitas. Éstas son formaciones de minerales que se forman cuando el agua cae. En el lugar donde se forma la gotera antes de caer, se van acumulando minerales que luego de miles de años, forman una especie de montaña invertida, como la que mostramos a continuación:

Las estalagmitas: Son formaciones de minerales en el suelo, producto del goteo de agua, las cuales tardan miles de años en surgir. Generalmente tienen forma puntiaguda haca arriba, contrario a las estalactitas.
Columnas: Cuando se juntan las estalactitas y las estalagmintas, se forma la columna, dando lugar a la conexión del suelo inferior con el suelo superior o pared superior de la caverna.


Paredes: Son formaciones de minerales que se encuentran a los lados de las cavernas, producto de la humedad constante, flujo de agua y sedimentación continua.

Más fotos dentro de la caverna
Nada mejor que traerse buenos recuerdos de los buenos momentos vividos. En estas fotos recopilamos buenos recuerdos vividos dentro de la caverna, descubriendo y conociendo minuto a minuto.






La mejor fotos de todas… justo antes del minuto de silencio donde aprendimos a valorar lo que somos y lo que tenemos. Un momento donde el extremo silencio se vio interrumpido por la naturaleza… ¿verdad o no fue así ? PD: El crujir de un estómago de alguien anónimo nos hizo soltar una carcajada en medio de nuestro minuto de silencio… fue un momento muy divertido sin duda alguna.
¿Quieres conocer este sitio y vivirlo por ti mismo/a? Entérate de mas aquí.
El paso retador
En el transcurso de un lado al otro de la caverna, nos encontramos con un estrecho muy peculiar. Para cruzar, era obligatorio, literalmente, empantanarse y arrastrarse por el suelo. Aquí les dejamos foto para que lo conozcan:

¡Salimos todos, sanos y salvos de la caverna!

Y aquí finalizó la primera parte de nuestra aventura. En la segunda parte te contaremos la travesía por la segunda caverna y la visita al reino de los guácharos..